Las
categorías de sentido, sentido personal y sentido subjetivo: su evolución y
diferenciación en la teoría histórico-cultural
Fernando
González Rey
En: Psic. da Ed., São Paulo, 24,
1º sem. de 2007, pp. 155-179
Traducción:
Efraín Aguilar
Introducción
De modo reciente, las categorías de sentido y
significado han tenido una amplia difusión en la literatura psicológica. Incluso
si son categorías generales de la psicología usadas por varias teorías, se
destaca el hecho que también son categorías usadas por la lingüística y por el análisis del discurso, lo que determina una
amplia gama de significados diferentes, en particular asociados con la categoría
de sentido. Es evidente que las categorías son piezas del pensamiento que toman
significados diversos en la historia de las teorías que las emplean y, por tanto,
no pretendo con este artículo descalificar algunos de los usos de esa categoría
para reivindicar otros. Al contrario, solo pretendo esclarecer la forma como el
término evoluciona en la perspectiva histórico-cultural, con el objetivo de
evitar su banalización, lo que ocurre cuando una categoría entra en moda y comienza
a ser usada acríticamente, sin respetar su campo de significación.
Como he dicho en escritos anteriores (González Rey,
1999, 2000, 2002, 2005 y 2006), la categoría de sentido en la perspectiva
histórico-cultural fue introducida por Vygotskiy en la última etapa de su
pensamiento científico e, increiblemente, fue ignorada en la psicologia
soviética hasta la década de los años ochenta y substituída por la categoría de
sentido personal de A. N. Lieóntiev, pero tomó un camino diferente de aquel que
la categoría de sentido significaba en la obra de Vygotskiy. En la psicología
occidental, esa categoría aparece identificada con el caráter singular de
significado, interpretación que nos parece muy influenciada por el sesgo lingüístico
y cognitivo que tienen muchas de las interpretaciones
de Vygotskiy, principalmente entre autores de la psicología norteamericana (Bruner,
Valsiner, Werscht, Cole, Rogoff y otros), y que, lo mismo por las diferencias
entre ellos, es evidente que se centraron en la acción y en la mediación
semiótica, ignorando otras contribuciones del pensamiento de Vygotskiy. Lejos de
comprender el pensamiento de Vygotskiy como un sistema complejo en desarrollo,
muchos de los autores occidentales que más han contribuido a la divulgación de
la obra de Vygotskiy, se orientaron a destacar solo las consecuencias de la acción
y de la mediación semiótica para el desarrollo de la psicología, con lo que
colocaron el énfasis en el lenguaje por encima de la compleja constitución de una
nueva definición de la psique, lo que fue una aspiración recurrente en Vygotskiy
a lo largo de su trabajo.
En este artículo pretendo no solo esclarecer la evolución
de la categoría de sentido en la obra de Vygotskiy, tema al cual he dedicado
varios trabajos (González Rey, 2000, 2002, 2006 y 2007), sino presentar cómo fue
la evolución de esa categoría en la propia psicología soviética. Con eso
quiero, de nuevo, evidenciar que la obra
de Vygotskiy no fue la expresión de un genio aislado, sino un momento genial de
un sistema teórico en desarrollo, del cual ese pensamiento es inseparable.
El concepto de sentido en la obra
de Vygotskiy
El concepto de sentido no aparece en los primeros
trabajos de Vygotskiy. Aparecerá en la última fase de su obra y, en muy poco tiempo,
se expresará de formas diferentes, separándose progresivamente de la palabra, en
relación a la cual aparece definido en Pensamiento
y Lenguaje. Es en ese momento que Vygotskiy
toma el término del psicólogo alemán Paulhan, que había avanzado en la construcción
de la relación entre el significado y el sentido de la palabra en el marco del
uso del lenguaje. En ese contexto Vygotskiy afirma (1987):
Paulhan
afirma que el sentido de la palabra es complejo, fluido y está en cambio permanente.
De alguna manera es único para cada consciencia y para una consciencia
individual en circunstancias diferentes. En ese aspecto, el sentido de la palabra
es inagotable. La palabra adquiere sentido en una frase. La frase en sí misma adquiere
sentido pero en el contexto del párrafo, el párrafo en el contexto del libro,
el libro en el contexto de los trabajos escogidos del autor. Finalmente, el sentido
de la palabra es determinado por todo lo que en la consciencia está relacionado
con aquello expresado en la palabra. (p. 276)
Algo que se destaca mucho en las reflexiones de
Vygotskiy en Pensamiento y Lenguaje es su énfasis en los aspectos
procesales de la relación entre pensamiento, palabra y lenguaje, y su relación
con la consciencia como sistema, como un todo. Esto se une a su tendencia en
comprender la psique como sistema (sistema que tiene su base en unidades que
reproducen en sí mismas las características dinámicas del todo) y nos lleva a
pensar que, con la apropiación de la categoría de sentido de la obra de
Paulham, y con su énfasis en la relación entre el sentido de la palabra y el sistema
de la consciencia, Vygotskiy estaba gestando, en aquel momento, un nuevo tipo
de unidad de la vida psíquica, involucrada con una comprensión más sistémica de
la psique.
Esa interpretación mía encuentra un apoyo en la
siguiente afirmación de Luria, en el epílogo de las Obras Escogidas de Vygotskiy publicadas en inglés.
Él escribe (1987):
No
solo es el sentido que está más allá de la palabra. El sentido no es el
elemento final de esa cadena. Más allá de la palabra están las expresiones de
los objetivos y los motivos. Más allá de la palabra están los afectos y las
emociones. Sin la exploración de las relaciones de la palabra con el motivo, la
emoción y la personalidad, el análisis del problema de “Pensamiento y Lenguaje”
queda incompleto. (p. 369)
Sin duda quedaría incompleto, no solo el análisis del
problema expuesto por Vygotskiy en Pensamiento
y Lenguaje, sino un aspecto principal que
él persiguió a lo largo de su trabajo y que, en mi opinión, lo consiguió solo
con el desarrollo de la categoría de sentido: la relación entre lo cognitivo y lo
afectivo. Por una razón u otra, aunque él declare la unidad de lo cognitivo y lo
afectivo desde el inicio de su obra, no consigue desarrollarla de forma congruente
a lo largo de su trabajo. Esto se dio por las propias trampas que surgen de las
representaciones hegemónicas a partir de las categorías que usó en momentos
anteriores de su obra como unidades del desarrollo y de la consciencia, respectivamente:
las categorías de vivencia y de significado. Un análisis crítico muy
interesante sobre la categoría de vivencia, con la cual, en un momento anterior
de su obra pretendió resolver la cuestión de la unidad de lo afectivo y lo
cognitivo, puede ser hallada en la obra de Bozhóvich (1976).
Una vez más concuerdo parcialmente con Luria cuando, en
la misma obra citada arriba, escribe:
Vygotsky
no fue capaz de explorar todas esas cuestiones en detalle. Es importante destacar,
sin embargo, que la relación entre sentido y significado, y la relación entre lo
intelectual y lo afectivo fueron los focos de gran parte de sus trabajos en los
últimos años de su vida. (1987, p. 369)
Es indudable que Vygotskiy, como Luria dice en la
cita, se centró en la última parte de su obra precisamente en la parte más
inexplorada de la traducción occidental, en la compleja relación entre afecto y
emoción, y entre sentido y significado, lo que, conociendo la lógica del pensamiento
vygotskiano, hace pensar que en ese esfuerzo él intentaría encontrar una unidad
de la vida psíquica capaz de incluir de forma inseparable esa nueva unidad
cognitivo-afectiva. Esa nueva unidad que, como dice Luria, Vygotskiy fue
incapaz de desarrollar en detalle dejándola abierta para una ulterior elaboración
de la psicología, es la propia categoría de sentido, en relación a la cual ya
no compartió la interpretación presentada por Luria.
Vygotskiy, que al principio se mantuvo dentro de los
mismos límites de Paulhan en el análisis del sentido, asociándolo esencialmente
al uso de la palabra y a su relación con las estructuras del significado,
dentro de los cuales se produce en el lenguaje, va enfatizando, cada vez más, la
relación del sentido con la personalidad y con la vida psíquica como un todo. Esto
le lleva, en el último capítulo de Pensamiento
y Lenguaje titulado “Pensamiento y Palabra”,
a presentar varios matices sobre la categoría de sentido, a pesar de algunas
incongruencias en esas definiciones.
Así, en una de las formas más acabadas en que consigue
definir el sentido en esa obra, el autor, relacionando el sentido con el análisis
psicológico del lenguaje interno, destaca:
El
sentido de una palabra es el agregado de todos los hechos psicológicos que
aparecen en nuestra consciencia como resultado de la palabra. El sentido es una
formación dinámica, fluida y compleja, que tiene varias zonas que varían en su
estabilidad. El significado solo es una de esas zonas del sentido que la palabra
adquiere en el contexto del habla. Es lo más estable, unificado y preciso de esas
zonas. En contextos diferentes, el sentido de la palabra cambia. En contraste, el
significado es comparativamente un punto fijo y estable, se mantiene estable
con todos los cambios del sentido de la palabra que están asociados a su uso en
diferentes contextos. (Vygotsky, 1987, pp. 275-276)
En la cita anterior, es evidente un atributo
importante en la definición de sentido – el hecho de ser una formación –, lo
que ya apunta a su análisis dentro de una organización de la psique como un
todo, y no solo a una función del lenguaje. Esa idea se hace más fuerte por la
afirmación, también contenida en la cita, que el sentido es “el agregado de
todos los hechos psicológicos que aparecen en la consciencia como resultado de
la palabra”. En esa afirmación, Vygotskiy desplaza la categoría sentido del habla
a la consciencia, y la presenta como el conjunto de todos los elementos
psicológicos que aparecen en la consciencia como resultado del uso de la palabra,
lo que lleva implícita la presencia de las emociones y de los motivos en el
sentido, algo que Luria no percibió al referirse a la categoria en la cita presentada
arriba. Es cierto que el mismo Vygotskiy no fue claro al hacer esa afirmación, la
cual, inclusive, es contradictoria con otros momentos de su propia definición
en el mismo trabajo, por tanto, nuestra afirmación solo gana valor como hipótesis
que pretendemos legitimar en este artículo, en la forma como la categoría sentido
aparece en otras obras del propio Vygotskiy, escritas en ese mismo período.
El sentido toma forma en la representación conceptual
de Vygotskiy en la relación con el habla interior, que él presenta como una
verdadera producción psicológica y no solo como función, ni del lenguaje, ni
del pensamiento tomados aisladamente. Ese esfuerzo para presentar la compleja
articulación entre pensamiento, lenguaje, habla, personalidad y consciencia
como sistema en movimiento representa, en sí mismo, un nuevo camino para la
reconstrucción de lo mental. Un camino orientado no por el análisis de las
partes, sino por la comprensión de ellas en una relación dinámica que pasa a
constituir una unidad cualitativa diferenciada, que solo toma significado
dentro del propio proceso de construcción del problema. Ese significado, sin
embargo, adquiere un valor heurístico que va más allá del problema que
constituía su foco en aquel momento.
Lo que he dicho es evidente cuando Vygotskiy, todavía
en el mismo capítulo que estamos discutiendo
de Pensamiento y Lenguaje, expresa:
El
aspecto de sentido del habla, de hecho, el aspecto interno completo del habla
que está orientado a la personalidad no ha sido hasta tiempos muy recientes un territorio
de la psicología (...) El resultado ha sido que las relaciones entre pensamiento
y palabra se han comprendido como constantes, relaciones eternas entre cosas,
no como relaciones internas, dinámicas y móviles entre procesos. (1987, p. 283)
Algo sorprendente en Vygotskiy es su extraordinaria
capacidad para articular cuestiones que, históricamente, fueron analizadas de
forma parcial y estática, dentro de sistemas en movimiento, en los cuales esas
funciones adquieren diferentes significados para la psicología. Es esa
precisamente una de las razones por las que Vygotskiy usa tanto el término
personalidad, en el cual él veía una forma de integrar las funciones en nuevas
dimensiones psicológicas, pero yendo en sentido totalmente contrario a la
forma estática y exclusiva con que la categoría personalidad había sido tratada
en la psicología, cuando era presentada, de forma dominante, como una estructura
intrapsíquica. Esa innovación presente en las construcciones teóricas de
Vygotskiy, orientada a generar una nueva representación de la psicología como
ciencia, es uno de los aspectos de su obra que aparece como más difícil de ser
comprendido por aquellos que la han interpretado. Entre ellos predomina la tendencia
de valorar categorías concretas de su pensamiento, más que una tendencia para
comprender el nuevo sistema que estaba siendo propuesto por el autor, para
pensar la psicologia y las consecuencias de ese sistema, que resistió a toda
tentativa de substancialización de la psique humana.
En otra cita, presente en el capítulo 1 de “Pensamiento
y Lenguaje”, Vygotskiy (ibid.) afirma algo que consideramos otro desdoblamiento
audaz en la evolución de la categoría sentido, en el camino de volverla una nueva
unidad de análisis para el estudio de la psique:
La
primera cuestión que emerge cuando consideramos la relación entre pensamiento y
lenguaje y los otros aspectos de la vida de la consciencia, tiene que ver con la
conexión entre intelecto y afecto. Entre los mayores defectos básicos de los abordajes
tradicionales al estudio de la psicología ha estado el aislamiento del aspecto
intelectual de los aspectos volitivos y afectivos de la consciencia. La inevitable
consecuencia del aislamiento de esas funciones ha sido la transformación del
pensamiento en una corriente autónoma. El pensamiento se transforma a sí mismo en
el pensador de pensamientos. El pensamiento fue separado de la completa
vitalidad de la vida, de los motivos, intereses e inclinaciones del pensamiento
individual. El pensamiento fue convertido en un epifenómeno inútil, un proceso
que no modifica nada en la vida individual y en el comportamiento. (p. 50)
En ese parágrafo se expresa, con toda su fuerza, la
idea de Vygotskiy de comprender las funciones psíquicas en términos de sujeto
concreto, considerado en la integridad de sus procesos psíquicos, dentro de la
dimensión procesal de su comportamiento concreto. Vygotskiy insiste en la
necesidad de considerar el pensamiento integrado de forma inseparable de los
procesos afectivos de la persona, lo que fue muy bien situado por Luria, en la
cita anterior, como un aspecto de mucho peso en el último período de su obra.
Esa preocupación por la integración del pensamiento, el lenguaje, los afectos y
el comportamiento, fue llevándolo a la idea de un sistema capaz de integrar
esas dimensiones de la psique humana. Eso queda claro cuando Vygotskiy afirma
(ibid.):
La
dirección en la que debemos movernos en nuestro intento de resolver este
problema vital [se refiere a esa compleja relación entre el pensamiento, el afecto
y el comportamiento] está indicada en el método que confía en el análisis de
todo complejo en sus unidades. Existe un “sistema dinámico de significados” que
constituye una unidad de los procesos afectivos e intelectuales. Toda idea contiene
alguna reminiscencia de las relaciones afectivas individuales de aquel aspecto
de la realidad que ella representa. De esa manera, el análisis en unidades
permite ver la relación entre las necesidades individuales o inclinaciones y el
pensamiento. Esa unidad nos permite ver también la relación opuesta, la relación
que vincula sus pensamientos a las dinámicas del comportamiento, a la actividad
concreta de la personalidad. (pp. 50-51)
La idea de Vygotskiy, de abordar el nuevo problema en
ese sistema complejo que integra pensamiento, comportamiento y personalidad a
partir de su orientación sistémica y dinámica, apoyada en el estudio de las
unidades del sistema, me lleva a pensar que está asociada con la forma progresiva
y rápida con que la categoría sentido se presenta en la producción de sus
últimos trabajos. Con todo, antes de continuar profundizando en la lógica que guía
el pensamiento de Vygotskiy en aquel momento, quisiera detenerme en una diferencia
entre los términos de la cita anterior, tomada de las Obras Escogidas de Vygotskiy, publicadas en los
Estados Unidos en su traducción al inglés, y una reflexión sobre esa cita hecha
en un trabajo de A.A. Lieóntiev (1992), en el cual aparecen de forma textual ciertas
palabras citadas en el original de Vygotskiy en ruso. En su trabajo, Lieóntiev
comenta:
De
forma general, no es la unidad de lo afectivo y lo cognitivo como tal, sino la
realización de esa unidad en forma de un
“sistema dinámico de sentidos”, lo que relaciona la “dinámica del pensamiento”
(intelecto) así como la “dinámica del comportamiento y la actividad concreta de
la personalidad. (p. 42)
Es interesante que, refiriéndose a la misma cita de
la obra, Lieóntiev, quien además fue el primer psicólogo soviético en
transmitir en toda su significación la categoría sentido de la forma como
Vygotskiy la definió para la psicología, tradujo como “sistema dinámico de
sentidos”, lo que en la edición norteamericana aparece como “sistema dinámico
de significados”. Ese “pequeño equívoco”, en caso de que la traducción del autor
ruso sea la correcta, puede ser en gran parte responsable de las distorsiones en
la interpretación de la categoría de sentido y de muchas otras interpretaciones
de la obra de Vygotskiy en el momento actual de la psicología norteamericana,
con su cauda de consecuencias para todas las traducciones de Vygotskiy en la
América Latina, la mayoría de las cuales asume las fuentes norteamericanas.
También es interesante percibir que ese trabajo de A.
A. Lieóntiev, hijo de A.N. Lieóntiev, que tradujo al inglés, no tuvo prácticamente
ningún impacto en la psicología occidental, ni en la propia psicología
soviética, en la cual los trabajos sobre el sentido tuvieron un resurgimiento en
los años ochenta del siglo pasado, particularmente entre los discípulos más jóvenes
de A.N. Lieóntiev ligados a la teoría de la actividad (Bratus, Asmolov, Stolin,
Subotsky, entre otros). Esos trabajos, orientados esencialmente por el concepto
de sentido personal de Lieóntiev, y sin explicitar de forma contundente la
contribución de Vygotskiy en relación a la categoría de sentido, como lo dijera
en su trabajo A. A. Lieóntiev, de hecho les llevó a líneas de pesquisa
relacionadas con la personalidad, tema que, en el marco ortodoxo tradicional de
la teoría de la actividad, no fue muy desarrollado. Ese camino les llevó a
cuestionamientos sobre los propios límites del concepto de sentido personal, lo
que analizaremos en el próximo tema.
Al continuar el análisis del rumbo que la categoría
sentido tomó en los últimos trabajos de Vygotskiy, nos encontramos en su
artículo “K voprosu o psijológuii tvórchestva aktiora” (El problema de la
psicología de la creatividad del actor), que Vygotsky (1984) escribió:
En
el proceso de la vida social (...) las emociones entran en nuevas relaciones
con otros elementos de la vida psíquica, aparecen nuevos sistemas, nuevos
conjuntos de funciones psíquicas; emergen unidades de un orden superior, gobernadas
por leyes especiales, dependencias mutuas y formas especiales de conexión y
movimiento. (p. 328)
En relación a esa cita, que también A. A. Lieóntiev
(1992) usa en su artículo, él comenta: “Precisamente ese conjunto es la ‘unidad
de cognición y afecto’. ¡Forma el sistema dinámico de sentido!” (p. 42). Yo, en
ese punto, concuerdo con el autor, al considerar que su afirmación es más una consecuencia
necesaria en el camino de la construcción teórica de Vygotskiy, que la expresión
de una plena consciencia teórica en relación al término. Considero que la cita
anterior representa el momento más evolucionado del pensamiento de Vygotskiy
antes de su muerte. En esa cita él consigue algo que, a mi modo de ver, es
esencial para una refundación ontológica de la cuestión de la subjetividad en la
perspectiva histórico-cultural; atribuyó un carácter generador a la psique y
reconoció la autonomía relativa de las emociones en esos espacios de producción
psicológica que, sin duda, apuntan a la conversión del sentido en una nueva
unidad del sistema de la psique humana. Es en ese punto que la obra de Vygotskiy
permaneció, y es precisamente ese momento cargado de ideas innovadoras uno de
los momentos cruciales que su obra dejó abiertos para el posterior desarrollo
de la psicología.
Como resultado del análisis que Vygotsky nos trae en Pensamiento y Lenguaje, es posible concluir que, en su
comprensión, el sentido y el significado son procesos diferentes, capaces de
articularse de formas diferentes en la función psíquica del sujeto. Los
significados, que con gran frecuencia representan vías de expresión de los
sentidos, no expresan de forma directa ni lineal el sentido asociado al contenido
significado. Por esa razón, el significado se desdobla de diferentes formas en
el lenguaje y aparece en el pensamiento siempre asociado a determinados
sentidos. En mis trabajos hago énfasis en esa relación, asumiendo el pensamiento
no como una función cognitiva, sino como una función de sentido del sujeto. De
ahí la importancia de las reflexiones de los sujetos para los estudios de los
sentidos subjetivos (González Rey, 2000, 2002, 2004a, 2004b, 2005).
La categoría de sentido y la
forma como apareció posteriormente en la psicología soviética
El último momento de la obra de Vygotskiy al que nos
referimos en el tema anterior, fue muy poco trabajado y comprendido al interior
de la psicología soviética, ya dividida por diferentes posiciones teóricas
entre las cuales podemos destacar las desarrolladas por los seguidores del propio
Vygotskiy: Rubinshtéin, Uznadze y Ananiev, entre otros. Vygotskiy mismo teniendo muchos puntos de coincidencia
con la obra de esos autores, permaneció históricamente oculto en relación a ese
momento de su obra, lo que no parece destacado por los seguidores de ninguna de
esas tendencias, inclusive ni por sus propios seguidores. Podemos decir que esa
situación definió el hecho que Vygotskiy continuara siendo criticado por
momentos anteriores de su obra que fueron superados en esa etapa final de su
producción.
Dado el peso que fue ganando la teoría de la
actividad de Lieóntiev, y por la relación explícita con que Lieóntiev y sus
seguidores defendían los trabajos de Vygotskiy, la obra de éste pasó a ser de cierta
forma criticada por las limitaciones vistas en la teoria de la actividad, la cual,
a pesar de tener conexión con cierto momento de la obra de Vygotskiy que
representó, de cierto modo, un importante antecedente para la teoría de la actividad,
en realidad representa un camino teórico diferente al seguido por la teoría de
la actividad (Bozhovich, 1976; Zinchenko, 1997). En ese sentido, una de las
figuras más importantes de la psicologia soviética de las últimas tres décadas,
y que fue discípula de Rubinshtéin, Abuljánova (1980) escribió:
Una
diferencia real de posiciones se descubre en la comparación de los enfoques
para el análisis de lo psicológico de Rubinshtéin en relación a Vygotskiy y Lieóntiev.
La diferencia entre estos dos enfoques es mayor que las diferencias entre esas
escuelas: los principios sobre los cuales ellas se fundamentan, llevan a
diferentes modos de construcción del objeto de la psicología, los que tienen un
significado metodológico decisivo (....) S.L. Rubinshtéin se ubica contra la
absolutización de cualquier tipo de característica unilateral de la psique,
enfatizando su multiplicidad En el enfoque de Vygotskiy y Lieóntiev en la base
de lo psicológico se considera solo una cualidad, deducida del principio de la
actividad y por eso todo el edificio de la psicología se apoya en un solo punto.
(p. 57)
Como se puede ver, la crítica va dirigida al momento
de la obra de Vygotskiy en que mayor semejanza tiene con la concepción de Lieóntiev,
que fue el momento en que el autor hace su famosa afirmación por la cual muchas
personas lo reconocen hasta hoy, de que toda función intrapsíquica fue primero interpsicológica.
Esa afirmación corresponde al momento en que él dio un énfasis primordial a la
interiorización como la vía para la formación de los contenidos psicológicos. Sin
embargo, al reconocer de forma implícita el carácter generador de la psique, cuando
afirmó los diferentes desdoblamientos entre pensamiento y afecto y su relación
con la personalidad y el sistema de actividades del sujeto, posición que va
tomando forma en lo que se proyectaba como una nueva unidad de la vida psíquica
en la evolución de la categoría sentido, Vygotskiy se aproxima mucho más que
los otros autores de la psicología soviética por su énfasis en el carácter sistémico,
complejo y múltiple de la psique. Énfasis que, de la misma forma que Rubinshtéin
y Ananiev, Vygotskiy expresa en un movimiento que introduce una re definición ontológica
de la categoría personalidad, en la cual los contenidos psicológicos dejan de ser inherentes al
indivíduo para expresar su mundo social. La categoría de sentido introducida
por Vygotskiy pudo haber representado un nuevo tipo de unidad psicológica para
el estudio de la personalidad, como afirmó muchos años después Asmolov (1984),
a pesar de que él se apoyó en la definición de sentido personal de Lieóntiev.
El sentido personal en la teoría
de la actividad de Lieóntiev y el ocultamiento de la categoría de sentido en la
obra de Vygotskiy
El desarrollo de la categoría de sentido personal en
la obra de A. N. Lieóntiev se orientó a la comprensión de sentido personal como
momento de la actividad, y no como unidad para comprender la compleja organización
del sistema psíquico de la persona. Lieóntiev, que también presentó de varias
formas el concepto de sentido personal, destaca, en relación a esa categoría, en
su último libro:
A
diferencia de los significados, los sentidos personales, de la misma forma que la
trama sensorial de la consciencia, no poseen una existencia “supraindividual”, “no
psicológica”. Mientras la sensorialidad vincula los significados con la
realidad del mundo objetivo en la consciencia del sujeto, el sentido personal los
vincula con la realidad de su propia vida en este mundo, con sus motivos. El
sentido personal es lo que crea la parcialidad de la consciencia humana. (1978,
p. 120)
Sin embargo, incluso en esta cita el autor parece
escapar de la connotación objetivista de su definición de sentido personal; en
la misma obra y en correspondencia con su primera definición de esa categoría,
expresa que el sentido personal es el reflejo de la relación del motivo de la actividad con el fin de la acción.
Aunque en apariencia se observa que una definición es muy diferente de la otra,
en la realidad no lo es, pues cuando él afirma en la cita anterior que el
sentido personal es la relación de los significados con los motivos del sujeto,
los que el autor define como los objetos de la actividad, de hecho no reconoce en
el motivo algo ontológicamente diferente al objeto que orienta la acción. De esa
forma, el motivo es comprendido solo en el marco de la actividad, como momento
de ese proceso. La relación con el mundo no es comprendida por Lieóntiev como
una producción simbólica de los sujetos, sino como una interiorización de
operaciones con objetos sensorialmente definidos, lo que, de hecho, mantiene la
subjetividad como rehén de la objetividad, sin entender la compleja relación
dialéctica entre ambos momentos de organización de la realidad humana.
Mi análisis de esa limitación en la comprensión de la
categoría de sentido personal en la obra de Lieóntiev se evidencia en las
reflexiones de sus discípulos, empeñados en usar la categoría para el desarrollo
de unidades de análisis más complejas y subjetivas para el estudio de la
personalidad, en un camino que les llevó a la definición de las “formaciones de
sentido”. Así Asmolov (1984) escribió:
El
sentido personal representa el reflejo individualizado del mundo, que incluye
la relación de la personalidad con aquellos
objetos por los cuales se desarrolla su actividad y su comunicación. Las más
diversas manifestaciones de la cultura, y más ampliamente, de las relaciones
sociales, asimiladas por el sujeto en el proceso de interiorización de las
normas sociales, conceptos, papeles, valores e ideales percibidos por él en los
actos y acciones de otras personas, pueden adquirir para él sentido personal, transformándose
en “significados para mí”. (p. 63)
En esa cita aparecen de forma concentrada todos los
defectos de la definición de sentido personal de Lieóntiev. Defectos que
aparecen con toda claridad no solo por sus aspectos explícitos, sino por las
consecuencias de la institucionalización de su pensamiento en la “vanguardia”
de sus propios seguidores. En primer lugar, se evidencia muy claramente la
comprensión del sentido personal como reflejo de las relaciones de la
“personalidad” con “los objetos”, enfatizando que el lugar del sujeto es el
lugar de la asimilación, no de la producción ni de la creación, en segundo
lugar queda claro que los sentidos personales se forman como resultado de la
internalización, no representando nada más allá del “significado para mí”, lo
que va en una dirección totalmente contraria a la definición de sentido en la
obra de Vygotskiy.
En un acto de valor histórico sin precedentes en la psicología
rusa, pues fue posterior a la desaparición
de la Unión Soviética, A. A. Lieóntiev, hijo de A. N. Lieóntiev, escribió en 1992 un artículo ya citado antes:
Muchas
de las ideas teóricas en esos trabajos [se refiere a los trabajos de la última
etapa de su vida, escritos entre 1933 y 1934] no fueron planteadas por el grupo
de Járkov o fueron solo parcialmente aceptadas. Ellas apenas fueron percibidas por
los historiadores de Vygotskiy y fueron deliberadamente ignoradas por sus críticos.
La más importante de esas ideas fue la de “sentido” o de “campo de sentido”.
(p. 41)
El propio hijo de A. N. Lieóntiev reconoce que la idea
de sentido no fue asumida por el grupo de Járkov que fue liderado por su padre,
y que reunía a Galpierin, Luria, Bozhóvich, Zaporózhets y Elkonin, entre otros.
Siendo así, para A. A. Lieóntiev, la categoría de sentido personal propuesta
por A. N. Lieóntiev no podría ser considerada como una continuación de la
categoría de sentido en la obra de Vygotskiy. En la década de 1980 del siglo
XX, el tema del sentido fue retomado con fuerza, como ya se dijo, por un grupo
de jóvenes seguidores de la teoría de la actividad, quienes, de forma gradual,
fueron tomando consciencia de los límites de la categoría de sentido personal
para el desarrollo de los temas más complejos de la personalidad. En ese
sentido, en un artículo conjunto mío y de Bratus (1982), uno de aquellos
seguidores jóvenes de Lieóntiev, escribimos:
Evidentemente
es preciso separar el concepto de sentido de los límites de una actividad aislada,
como había sido definido el concepto de sentido personal en un primer momento
por A. N. Lieóntiev, y convertirlo en una categoría más universal y generalizada,
que incluya en sí misma, tanto los casos del sentido personal, como era
comprendido por Lieóntiev, así como otras de las relaciones de sentido más complejas.
Para designar esta categoría fue propuesto el término de formaciones de sentido
de la personalidad. (p. 56)
Aun con la consciencia de las limitaciones de la categoría
sentido personal para el desarrollo de una teoría más compleja de la personalidad
como sistema psicológico, el término todavía no representaba una alternativa en
relación al concepto de motivo, sino que definía las formaciones del sentido
como complejas relaciones entre motivos. Sin embargo, el uso del término “formaciones
de sentido de la personalidad” tuvo muchas interpretaciones diferentes, en el
desarrollo de las cuales se podía observar las dificultades para considerar esas formaciones como verdaderas
producciones subjetivas de la personalidad. Las barreras para comprender el
carácter subjetivo de esas formaciones de sentido estaban dadas por la imposibilidad
que algunos de aquellos autores, formados en los marcos de la teoría de la actividad,
tenían para separarse del carácter objetivo del sentido personal y de la representación
sobre el vínculo directo e inmediato entre las formaciones de sentido y la actividad.
Esas dificultades son percibidas claramente en la siguiente afirmación de
Asmolov (1984):
La
determinación de los sistemas dinámicos de sentido [término empleado con frecuencia
como sinónimo de formaciones de sentido] por la posición social y considerando el
condicionamiento de esta posición por la actividad del sujeto, determina otras
particularidades de su naturaleza psicológica: la mediación del intercambios de
los sistemas dinámicos de sentido por los cambios en la actividad que se encuentran
en su base (el principio de la mediación por la actividad de los sistemas de
sentido de la personalidad). (p. 64)
Se percibe en esta cita la dependencia directa que el
autor establece entre los sistemas dinámicos de sentido y la posición social del
sujeto condicionada por su actividad. La actividad aparece siempre en relación
directa con los sistemas dinámicos de sentido, aunque autores como Bratus
hubiesen sido más audaces en la busca de una independencia relativa de las
formaciones de sentido en su relación con la actividad. A partir de aquellos años,
incluso reconociendo la necesidad de ir más allá de la categoría de sentido personal,
lo que había sido una de las razones para la fundación de la nueva categoría de
formaciones de sentido, la nueva categoría se fue expresndo de las más diversas
formas, sin llevar a una discusión profunda sobre sus diferentes bases
ontológicas en relación a la actividad humana, lo que representó una dificultad
para comprender su carácter subjetivo y levantar una discusión sobre el tema de
la subjetividad en la teoría histórico-cultural.
Así, sabiendo que se estaba inaugurando una producción
teórica que permitía subvertir el propio estado de la psicología soviética de la
época, al traer un tema nuevo a la psicología en general, se intentaba trabajar
con la nueva categoría dentro de los términos de las categorías tradicionales de
la psicología, incluso queriendo destacar atributos que no podían ser
visualizados por esas categorías tradicionales. Así, por ejemplo, en el artículo
ya referido antes (Bratus y González Rey, 1982) se afirma:
Así,
por ejemplo, la honestidad como una formación de sentido, no es un motivo
concreto, no es un conjunto de motivos, sino determinado principio de interacción
de motivos, fines y medios de la actividad en curso, principio que en una forma
u otra se realiza en cada nueva situación concreta. (p. 60)
En esa cita, diferenciábamos la categoría de formación
de sentido de la categoría de motivo, tal como ese término fue desarrollado por
la psicología tradicional, esencialmente apoyado por el valor dinámico de un
contenido concreto, al cual se asociaban de forma inmediata los comportamientos
del sujeto en relación a ese contenido, pero no consideraba las complejas
articulaciones de contenidos psicológicos que están en la base de cada comportamiento
concreto. En esa cita, también defendíamos la idea de que esas organizaciones
psicológicas cambiaban según los contextos de la acción, con lo cual estábamos
diferenciando la producción psicológica asociada a las formaciones de sentido,
de los motivos asociados a contenidos invariables situados en el plano
intrapsíquico. Sin embargo, no habíamos definido en qué aspectos se diferenciaban
esencialmente las formaciones de sentido y las tendencias orientadoras de la personalidad (González
Rey, 1982), en su propia constitución psicológica, de otros tipos de conceptos
psicológicos. De esa forma, nuestro énfasis era colocado en la interrelación
entre procesos psíquicos diferentes, al tiempo que habíamos sido tímidos en avanzar a una nueva propuesta
ontológica en la consideración de la psique humana.1
1. Por el hecho de referirme varias veces al
controversial término ontología, quiero especificar la definición
que asumo para su uso. Entiendo por ontología, no una consideración universal al
ser separada de la producción del conocimiento humano, como el término fue
usado por el pensamiento metafísico, sino como la cualidad específica de un
dominio de conocimiento, definido por y
en nuestras prácticas. Pero, en
ausencia de otro término mejor, lo usé
para contrarrestar cierto relativismo que tiende a separar el conocimiento como
producción social de cualquer cualidad asociada al problema que conocemos.
En ese mismo sentido, tratamos alejarnos del objetivo
inmediato y de la actividad, en la forma como se comprendía el concepto de
sentido personal, y que el propio Asmolov reproduce en relación a la definición
de “sistemas dinámicos de sentido”. Inclusive, tratamos ir más allá de la propia
definición presentada por mí, tanto en mi trabajo conjunto con Bratus (1982)
como en mi primer libro Motivación
moral en adolescentes y jóvenes (1982).
En esa obra introduje el concepto de tendencia orientadora de la personalidad
como una forma de comprender las unidades psicológicas más complejas sobre las cuales
se organizaba la motivación humana en las esferas de la vida más importantes
para el sujeto. En 1995, introduje el concepto de sentido psicológico en mi
definición del concepto de configuración subjetiva. Así escribí (1995):
En
el momento actual, en el enfoque configuracional de la personalidad, entendiendo
por configuración la integración de los múltiples elementos dinámicos de la
personalidad alrededor de un sentido psicológico específico, por lo que se puede
incluir una configuración dentro de otra, no como elementos diferentes que se
integran, sino como parte de un nuevo nivel cualitativo de organización
psíquica. (p. 59)
En ese momento de mi trabajo, incluso sin especificar
con toda claridad la nueva naturaleza de ese sentido psicológico que estaba
definiendo, enfatizaba la complejidad dinámica de la organización de la
personalidad, donde las configuraciones subjetivas significaban integraciones
de procesos y elementos psicológicos diferentes en torno a un sentido
psicológico. En esta definición me
retiré definitivamente de
cualquier asociación estática y determinista entre contenido psicológico y
comportamiento. Reconozco en el concepto de configuración relaciones múltiples
entre diferentes elementos psicológicos en torno a un sentido psicológico
particular. Las bases para avanzar en una propuesta teórica de mayor alcance
estaban creadas.
Del sentido psicológico al
sentido subjetivo: el rescate de la cuestión de la subjetividad en una
perspectiva histórico-cultural
A pesar de que la fundación y el desarrollo de la
categoría de sentido subjetivo se estaba constituyendo en el centro de mi
trabajo en los últimos diez años (González Rey, 1999, 2000, 2002, 2004a, 2004b,
2005), aún veo que las categorías sentido y sentido subjetivo son usadas de
forma indistinta y que el poco rigor en el conocimiento de los orígenes del
tema y el uso poco fundamentado de la categoría sentido en psicología puede llevar
a su banalización.
Consciente de las limitaciones de la teoría de la actividad
y de haber entendido el camino gradual de mi abordaje a la cuestión de sentido en
la última parte de la obra de Vygotskiy, concuerdo con A. A. Lieóntiev sobre que
esa categoría llevaba no solo a una nueva comprensión del trabajo de Vygotskiy,
sino a nuevos desdoblamientos y líneas de investigación en psicología. Fue así que
comencé a interesarme por las posibilidades de desarrollo de la categoría
sentido, la cual estaba en un momento inicial en la obra de Vygotsky. En ese proceso,
al profundizar en el curso del desarrollo de esa categoría, percibí su
significación para el desarrollo de una teoría de la subjetividad de base histórico-cultural.
Fue en ese camino que definí las categorías de sentido subjetivo y de configuración
subjetiva (González Rey, 1995), sobre las cuales trabajo hasta hoy en una nueva
definición del tema de la subjetividad.
La categoría de sentido subjetivo, diferenciándose de
la categoría de sentido en Vygotskiy, se aleja de la relación inmediata
sentido-palabra, de la cual Vygotskiy también comenzó a apartarse en sus últimos
trabajos (Vygotsky, 1984), pero sin detenerse teóricamente en las consecuencias
de esa separación en relación a su propia teoría, para lo cual, por desgracia,
no dispuso de tiempo de vida. Por otro lado, en la categoría sentido subjetivo enfatizo
la relación de lo simbólico con lo emocional, y no solo entre lo intelectual y lo
afectivo, que había sido el foco de Vygotskiy. Finalmente, a partir de la
categoría de sentido subjetivo, en su relación con la categoría de configuración
subjetiva, establecí una relación inseparable entre el sentido subjetivo y la
subjetividad como sistema.
En el camino del desarrollo de la categoría de
sentido subjetivo partí del concepto de configuración subjetiva, la que ya
había definido en 1995. Mi primera definición de la categoría de sentido
subjetivo fue en el año 2000, cuando escribí:
Nuestra
definición de la categoría sentido subjetivo se dirige a presentar el sentido como
momento constituyente y constituido de la subjetividad, como aspecto definidor de
ésta, en cuanto es capaz de integrar formas diferentes de registro (social, biológico,
ecológico, semiótico, etc.) en una organización subjetiva que se define por la
articulación compleja de emociones, procesos simbólicos y significados, que toma
formas variables y que es susceptible de aparecer en cada momento con una determinada
forma de organización dominante. (p. 18)
En esa definición, que ya tenía un carácter
ontológico diferenciado con relación a la categoría de motivo, así como a la de
actividad, estaba destacando uno de los atributos esenciales del sentido
subjetivo, es decir, expresar en forma de producción simbólica emocional la
multiplicidad de registros objetivos que afectan al hombre en su integridad
vital. Queria separarme de cualquier tipo de relación lineal y directa entre
esa producción psicológica y cualquiera de los procesos y eventos relacionados
con su génesis, lo que considero un aspecto central en la especificidad ontológica
de lo subjetivo.
Más adelante, esa definición se sintetiza cuando
formulo una definición de sentido subjetivo como la “relación inseparable de lo
emocional y lo simbólico, donde uno evoca al otro sin ser su causa” (González
Rey, 2002, p. 168). Esa definición se centra en el aspecto ontológico de
sentido subjetivo, sin tener ninguna diferencia substancial con la anterior. La
categoría de sentido subjetivo nos permitió avanzar en el camino de aquella
cita de Vygotskiy destacada arriba (1984, p. 328), donde muestra que “en el
proceso de la vida social, las emociones entran en nuevas relaciones con
otros elementos de la vida psíquica, nuevos sistemas aparecen, nuevos conjuntos
de funciones psíquicas; unidades de mayor orden emergen”, lo que, en la opinión
de A. A. Lieóntiev (1994), representan los sistemas dinámicos de sentido. Sin
embargo, esa idea no tuvo una continuidad teórica consistente hasta hoy,
precisamente por la imposibilidad de los seguidores de Lieóntiev, como fue dicho
anteriormente, de despojarse del sesgo objetivista asociado a la categoría de
sentido personal.
El desarrollo de la categoría de sentido subjetivo me
permitió aprovechar el legado de Vygotskiy en la apertura de la cuestión de la
subjetividad en el marco histórico-cultural. Ese tema es totalmente congruente
con la preocupación de la psicología soviética, en la cual, de forma general, siempre
hubo una comprensión de la psique como sistema, lo que estuvo asociado tanto en
Vygotskiy como en otros destacados representantes de aquella psicología con la
categoría personalidad (Rubinshtéin, Ananiev, Abuljánova, Myasishchiev, entre otros).
El concepto personalidad en esos autores perdió su carácter de estructura intrapsíquica
apoyada en el desdoblamiento de tendencias universales del individuo, como fue
comprendido en el psicoanálisis y otras aproximaciones dinámicas al término. La
personalidad, de esa forma, se convertía enun referente para el desarrollo de una
psicología general, no siendo más una categoría esencialmente asociada con la clínica.
El concepto de sentido subjetivo en su organización
como sistema en las configuraciones subjetivas, me llevó a la definición
configuracional de la personalidad, entendiéndola como un sistema de configuraciones
en desarrollo permanente, dentro del cual una configuración puede, sobre
determinadas condiciones, convertirse en un sentido subjetivo de otra.
El sentido subjetivo me permitió comprender la
personalidad con la forma de organización de la subjetividad individual, pero, en
el curso de mi trabajo, no reduje el concepto de subjetividad a lo individual,
pues definí la subjetividad social como aquellas producciones sociales cargadas
de sentido subjetivo que están configuradas por procesos emocionales y
simbólicos producidos en las más diferentes esferas de la sociedad. Esa forma
de comprender los sentidos subjetivos y las configuraciones subjetivas me
permitirían comprender el carácter social de las producciones subjetivas sin
reducir una a la otra, así como superar la visión lineal y determinista con que
esa relación había sido comprendida a través del concepto de interiorización,
tanto en Vygotskiy como en Lieóntiev, lo que fue uno de los elementos que llevaron
a la representación de una fuerte asociación entre la teoría histórico-cultural
y la teoria de la actividad.
El sentido subjetivo no representa una expresión
lineal de ningún evento de la vida social, por el contrario, es el resultado de
una red de eventos y de sus consecuencias colaterales, que se expresan en
complejas producciones psíquicas. Por tanto, la consideración de la importancia
de las prácticas sociales de carácter simbólico no me llevó a la negación de la
psique como definición ontológica, sino a una nueva definición cualitativa de la
organización psíquica humana, que definí como subjetividad, ya que las producciones
de sentido subjetivo son inseparables de la organización subjetiva actual de los
sistemas humanos que se compenetran en la producción de cualquier acto humano.
Ningún sistema de prácticas en abstracto o de eventos objetivos, tomados en su
carácter externo, tiene el poder de determinar las consecuencias subjetivas de
su impacto.
La categoría de sentido subjetivo me permitió, así,
comprender la subjetividad como un nivel de producción psíquica, inseparable de
los contextos sociales y culturales en que acontece la acción humana. En ese entendimiento,
ella no es un sistema determinista intrapsíquico, situado solo en la mente
individual, sino una cualidad de un tipo de producción humana que permite
penetrar en dimensiones ocultas de lo social y de la cultura, que solo se tornan
visibles en su dimensión subjetiva. La subjetividad no solo es un tema de la
psicología, sino de las ciencias sociales en general.
La subjetividad, por tanto, es una producción humana,
no una internalización. Nada de lo que acontece en nuestras prácticas se
internaliza, pues arriba de ellas nosotros producimos, y esa producción, al ser
el resultado de nuestras prácticas y relaciones, no es un resultado lineal, sino
una producción diferente. De ella participan tanto las consecuencias de esas acciones,
que pueden tener referentes no visibles a partir de las prácticas actuales,
como las configuraciones subjetivas que son parte de la acción del sujeto, o
sea, aquellas que son fuente de la producción subjetiva asociada a esa acción. El
aspecto subjetivo de las producciones humanas aparece de forma creciente en los
trabajos de muchos de los sociólogos más importantes del momento actual tales
como Touraine (1999); Giddens (2002); Beck (1995) y Ferraroti (2003), entre
otros.
En una afirmación que me pareció muy interesante
para ilustrar el concepto de subjetividad social, Beck (1995) escribe:
Esta
crisis de las ficciones de la seguridad de la sociedad industrial implica que las
oportunidades y compulsiones para la acción se abran, y entre ellas uno debe
permanentemente decidir, sin cualquier reivindicación de soluciones definitivas
– un criterio por el cual vivir y actuar en la incertidumbre se torna una especie
de experiencia básica. Quien pueda hacer y aprender eso, cómo y por qué, o por
qué no, se convierte a su vez en una pregunta biográfica y política fundamental
de la época actual. (p. 23)
Ese cambio al que el autor se refiere es un cambio
esencial en la subjetividad social de una época, pues ella genera marcas
múltiples en todos aquellos que viven en esa misma época, sin que por eso aparezca
una subjetividad individual uniforme, como expresión lineal de esa subjetividad
social. Una característica esencial de la subjetividad es su capacidad para
subvertir el orden institucional que caracteriza la organización hegemónica de cualquier
orden social. Han sido precisamente esa tensión y contradicción permanentes unos
de los elementos principales del constante cambio de la sociedad. Negar la
subjetividad es equivalente a desconsiderar la fuerza de la producción humana
más genuina, y someternos al dominio de
lo instrumental. Como bien dice Beck en la cita anterior “quien puede hacer y
aprender eso, cómo y por qué, o por qué no, se vuelve a su vez en una pregunta biográfica
y política fundamental de la época actual”; no solo es una pregunta biográfica,
pues la biografía en su secuencia descriptiva no brinda la clave del problema.
Ante todo es una pregunta abierta al nuevo orden de la subjetividad que
permitirá a los sujetos, y a sus respectivos espacios de vida social, generar una
producción subjetiva que posibilite responder a ese nuevo momento de la
subjetividad social y a sus consecuencias.
El sentido subjetivo es la forma por la cual la
multiplicidad de elementos presentes en la subjetividad social, así como todas las
condiciones objetivas de vida del mundo social, se organizan en una dimensión
emocional y simbólica, posibilitando al hombre y a sus distintos espacios sociales
nuevas prácticas que, en sus desdoblamientos y en los procesos emergentes que se
van produciendo en ese camino, constituyen el desarrollo humano en todos sus
aspectos, dentro de los nuevos contextos de organización social que, a su vez,
participan de la definición de esos procesos y se transforman en el curso de los
mismos.
El sentido subjetivo y las configuraciones subjetivas
son importantes, no solo porque nos permiten comprender la acción individual en
su carácter sistémico, aspiración asociada de una forma u otra al concepto de
personalidad, sino que es importante porque nos permite entender la sociedad en
una nueva dimensión, o sea, en su sistema de consecuencias sobre el hombre y
sobre la organización de sus diferentes espacios de vida social. El vaciado de
la dimensión subjetiva que preconizan muchos de los representantes del construccionismo social, lejos de reforzar la dimensión social en el
análisis de los problemas humanos, en realidad
la debilitan al privarla de un aspecto sin el cual el análisis social queda
incompleto.
La definición del sentido subjetivo y sus correspondientes
formas de organización en configuraciones subjetivas, en la cual transitan de
forma simultánea lo social y lo individual, coloca la psicología de forma necesaria
en un espacio transdisciplinar que se alimenta por diferentes canales que hoy
son enfatizados por ciencias sociales diferentes.
Algunas reflexiones finales:
• El tema de sentido en la perspectiva
histórico-cultural realmente fue introducido por Vygotskiy y representó un
giro, un nuevo momento cualitativo de su obra que no encontró una continuidad en
la psicología. En la obra de Vygotskiy el sentido no representa una categoria más,
sino que significa una nueva unidad para la comprensión de la psique, la cual quedó
inconclusa por la muerte prematura del autor.
• El sentido es inseparable de una tendencia general
de la psicología soviética de comprender la personalidad humana como sistema
que se forma y desarrolla en la vida social y cultural del sujeto. En la última
parte de su obra, Vygotskiy retoma el interés que también marcó el momento
inicial de sus trabajos en relación a la personalidad humana, al ser el sentido
una nueva unidad para el desarrollo de esa categoría. Los temas de la acción y
del lenguaje, al ser centrales en la obra de Vygotskiy, siempre estuvieron
subordinados al desarrollo de una teoría compleja de la mente de carácter
cultural.
• El desarrollo de sentido personal en la teoría de la
actividad de A. N. Lieóntiev no representa una continuidad de la categoría de
sentido en la obra de Vygotskiy, sino que, al contrario, es una construcción
orientada a la definición de relaciones funcionales en la actividad con
objetos. La psicología soviética solo regresa al tema del sentido en los años ochenta
del siglo XX, y, fundamentalmente, esa categoría es asumida a partir del
sentido personal, al reconocer sus limitaciones para el desarrollo de los temas
de la personalidad y de la motivación humanas.
• Con la categoría de sentido, Vygotskiy reconoce por
vez primera el carácter generador de la psique, rompiendo con una tendencia que
caracterizó momentos anteriores de su obra, de establecer una relación lineal
y directa entre las operaciones externas y las internas, principio que después
radicalizó A. N. Lieóntiev en su teoría de la actividad.
• La categoría de sentido subjetivo, al tener su
origen en la categoría de sentido de Vygotskiy, se diferencia de ella por
enfatizar la unidad de lo simbólico y lo emocional como vía de integración de la
experiencia social del sujeto, lo que no acontece solo por experiencias
objetivas puntuales, y mucho menos orientadas por objetos, sino que representa
nuevas producciones en relación a las experiencias vividas, las que son inseparables
de la organización subjetiva de los sujetos y de los múltiples contextos en que
acontece su vida social.
• La categoría de sentido subjetivo incluye, para su
comprensión, el conocimiento de configuraciones subjetivas de la personalidad
que son parte de su génesis. El sentido subjetivo representa una importante
unidad para entender consecuencias de la vida social sobre el hombre, al
volverse una categoría que abre una nueva dimensión para comprender los
procesos humanos y, en este sentido, no es privativa de la psicología.
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